“La Patria dejará de ser Colonia o
la Bandera flameará sobre sus ruinas”
Este es un trabajo enviado por el licenciado Carlos Pachá, presidente de la fundación Historia y Patria.
Esta consigna podía leerse a comienzos de la década de 1960, pintada con grandes letras sobre el paredón del ferrocarril Mitre en Córdoba, a su frente y en los muros del viejo hospital de niños a manera de rúbrica de la frase anterior se leía “El 20 de noviembre es Tacuara”. Porqué rememoro, hoy en esta magna fecha, un grupo ya desaparecido? Simplemente porque impuso el tema Malvinas en la segunda mitad del siglo XX. El mentor ideológico de este grupo era el sacerdote jesuita Julio Meinvielle y la mayoría de sus huestes provenían de las escuelas secundarias y católicas.
Se los acusó de violentos pero usaron una violencia simple, de implicarse en reyertas comunes y desarmadas, especialmente en apoyo de la educación “libre”. Su primer jefe, a nivel nacional, fue Alberto Ezcurra Uriburu y el segundo Joe Baxter, a comienzos de los sesenta, este último generará un brusco cambio a la izquierda y se producirá la escisión del llamado Movimiento Nacional Tacuara. Baxter le agregará la R de revolucionario e iniciará un camino sin retorno hacia el marxismo más violento y provocará episodios policiales cruentos como el asalto al policlínico bancario de 1963, donde mueren varias personas, entre los que secundan a Baxter se encuentra José Luis Nell “el pibe de la ametralladora”.
La policía tardó en dilucidar este ilícito, tanto que en Córdoba sitiaron a dos delincuentes de frondosos antecedentes de la banda de Villarino que nada tenían que ver con ese hecho. Rodearon su escondite y ante la resistencia de los llamados Miloro y Zarantonello, acribillándolos a balazos y dejando una mujer de apellido Carbó, gravemente herida. Baxter siguió su derrotero de delirios y se fue a combatir para Cuba, luchó para el Vietcong, etc. Esto enlodó el nombre de Tacuara para siempre. Su fractura, dió lugar a la aparición de nuevas siglas entre sus integrantes. El mismo padre Meinvielle, muy antiperonista, apadrinó a la Guardia Restauradora Nacionalista que si bien preservaba los ideales originarios se convirtió en un ente demasiado elitista en lo social, religioso y político.
En medio de este giro a los extremos quedó una franja del llamado nacionalismo popular que creó el Movimiento Nueva Argentina incorporándose al peronismo de la “Resistencia”. Este grupo será el que geste el embrión de la recuperación de Malvinas.
La primera incursión
En 1964 Miguel Fitzgerald realizó un vuelo solo, en un avión Cessna, a Malvinas. Aterrizó en las islas clavó una bandera y se volvió al continente. Había permanecido 15 minutos en Malvinas y había llegado sin acompañantes, rechazando la oferta de financiación de Héctor Ricardo García del diario Crónica que le pedía que llevara un fotógrafo del diario. A su regreso iba a ser detenido, pero el recibimiento efusivo que le tributó Tacuara evitó su captura.
En 1965 y a raíz de la orden de la Asamblea General de Naciones Unidas de descolonizar las tierras en litigios, los cancilleres de Argentina y el Reino Unido firmaron el tratado Zavala Ortiz – Stewart en el que se prometían iniciar tratativas en paz, acuerdo hipócrita e inconducente. A la caída de Íllia, los ingleses adujeron que no podían entregar las islas a una dictadura, en realidad era una maniobra por la cual planeaban independendizar Malvinas mediante el sistema de Autodeterminación de los pueblos y luego pedir su incorporación a la OEA.
Operación Cóndor
El 28 de Setiembre de 1966, un grupo de 18 personas del MNA (ex-Tacuara), abordan en aeroparque , a las 0:34, el vuelo 648 con destino a Río Gallegos. El pasaje estaba integrado por 35 personas, incluidos el gobernador de Tierra del Fuego y el director del diario Crónica que estaba al corriente del plan. Cuando sobrevuelan territorio Santacruceño, los jefes del operativo Dardo Cabo y Alejandro Giovenco, invaden la cabina y conminan al Comandante, Ernesto Fernández García a desviarse hacia Malvinas.
El plan tenía el propósito de ocuparlas, llevaban armamento suficiente. A las 8:42 aterrizan en una pista de carreras cuadreras donde el pesado avión se empantana en el barro y queda muy lejos de la casa del gobernador y del arsenal que eran los objetivos a alcanzar. En Malvinas su población apenas superaba el millar de habitantes cuya seguridad estaba a cargo de una fuerza de mercenarios belgas e ingleses que eran entrenados por una veintena de infantes de marina británicos. Rodearon la nave unos cien efectivos. No obstante los Cóndores descendieron, desplegaron siete banderas y cantaron el himno, bautizando el lugar como “Aeropuerto Gaucho Rivero”.
Los pasajeros del avión fueron alojados en hogares isleños pero nuestros protagonistas continuaron acantonados en el avión donde hicieron celebrar una misa por el sacerdote católico Rodolfo Roel. A las 4:30 del día 29 fueron intimados a rendirse, amenaza que no acataron. Por la tarde, sin alimentos y sin agua, aceptaron deponer la actitud.
A las 17 horas formaron frente al mástil, arriaron la bandera, cantaron el Himno, Aurora, la Marcha de San Lorenzo y entregaron sus armas al comandante de la aeronave, única autoridad que reconocieron. En tanto, esa noche en Córdoba, se realizó un emotivo acto de adhesión en Avenida Vélez Sársfield frente a la Facultad de Arquitectura. El país estaba gobernado por Onganía presunto “nacionalista” quien en esos momentos, fungía de anfitrión de Felipe de Edimburgo que nos visitaba y con el que jugaba partidos de polo. Una lancha carbonera trasladó todo el pasaje hacia Tierra del Fuego, lugar donde quedaron detenidos los integrantes del grupo Cóndor y donde fueron juzgados.
No existía legislación para el “secuestro de avión”, el fiscal de Tierra del Fuego, Jorge Torlasco, les imputó “tenencia de armas de guerra”; “asociación ilícita”; “delitos que comprometen la paz y la dignidad de la Nación?!”; “intimidación pública”; “robo calificado en despoblado y piratería!!!”, el juez Miguel Lima, los procesó sólo por “privación personal calificada y tenencias de armas de guerra”.
El 26/6/67 fueron condenados Cabo, Giovenco y Juan Rodríguez a tres años de prisión por sus antecedentes policiales como militantes peronistas. El resto, que integraban Cristina Verrier, quien casó en la cárcel con Cabo; Edelmiro Navarro; Ricardo Ahe; Aldo Ramírez; Norberto Karasiewicz; J.C. Bovo; Fernando Aguirre; Pedro Cursi; Ramón Sánchez; Luis Caprara; Fernando Lisardo; Pedro Bernardini; Víctor Chazarreta; Andrés Castillo y Edgardo Salcedo, sólo a nueve meses.
La acción de estos muchachos cuya edad promedio no superaba los 24 años que eran estudiantes, empleados u obreros, no fue irrelevante porque puso vigente el anhelo por la tierra irredenta. Lamentablemente la violencia de esos tiempos políticos los separó y los enfrentó entre sí en posiciones irreconciliables, vaya como ejemplo la militancia de los jefes: Cabo ingresó a las FAP y Montoneros; Giovenco a CNU, ambos, como otros murieron trágicamente en la aciaga década del 70.
Carlos Pachá
sábado, 3 de mayo de 2008
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1 comentario:
Gracias por recordar lo que también fue parte de nuestra historia, Beatriz
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