jueves, 27 de noviembre de 2008
EL COMBATE DE LA VUELTA DE OBLIGADO
A pesar de la masacre perpetrada y de haber forzado el paso, los invasores cosecharon un grave revés en Obligado. Llegaron con su escuadra hasta Paraguay, pero no lograron el objetivo de abrir la zona al libre comercio.
Por Carlos Pachá Licenciado en Historia. Presidente de la Fundación Historia y Patria
Se conmemora hoy el 162° aniversario de la batalla conocida como “Combate de la Vuelta de Obligado”. En esta casi ignota acción bélica, las tropas argentinas trataron de impedir el paso de la escuadra anglo-francesa, que pretendía forzar la posición y navegar los ríos interiores a los efectos de practicar el comercio directo con las poblaciones ribereñas y , especialmente, abrir una vía mercantil con el Paraguay.
Los unitarios acompañaron la empresa extranjera, obnubilados por su odio a Rosas y buscando su caída y asegurándoles a los invasores que serían recibidos como libertadores. Nada más lejos de la realidad. En febrero de 1843, Oribe sitió Montevideo, intentando recuperar la presidencia del país oriental, que le había usurpado Fructuoso Rivera. El bloqueo de Montevideo perjudicaba los intereses comerciales de Inglaterra y Francia.
En 1845 llegaron a Buenos Aires los representantes de Francia e Inglaterra, con la misión de solucionar el conflicto “por la diplomacia o por la fuerza”. Como Rosas se mostró irreductible a los derechos de Oribe y a la soberanía argentina de sus ríos interiores, los interventores optaron por la fuerza, lanzaron su armada a la conquista del río Uruguay y apañaron las correrías del aventurero italiano Garibaldi, quien asalta las poblaciones costeras cometiendo toda suerte de tropelías en ellas. Rosas rompe relaciones con Francia e Inglaterra el 17 de setiembre. Al día siguiente, los representantes imperialistas declaran el bloqueo de todos los puertos argentinos.
Desde Francia, el general San Martín ofrecía sus servicios en defensa de la independencia amenazada. A la altura de San Pedro, el Paraná forma un recodo, cuya extremidad saliente se conoce como “punta o vuelta de Obligado”. Allí, el Paraná tiene cerca de 700 metros de ancho. En ese punto levantó sus principales baterías el jefe del departamento del Norte, general Mansilla. Además, hizo tender de costa a costa, tres gruesas cadenas montadas sobre 24 lanchones fondeados en mitad del río. Montó cuatro baterías; la primera, con seis cañones, llamada “Restaurador Rosas”, mandada por el mayor Alsogaray; la segunda, con cinco, llamada “General Brown”, al mando de Eduardo Brown (hijo del almirante); la tercera, con tres cañones mandada por Felipe Palacio; y la cuarta, llamada “Manuelita”, tenía siete cañones de marina y era comandada por Thorne. Servían estas baterías 160 artilleros y 60 de reserva.
Guarnecían a éstos, en primera línea, 500 milicianos de infantería mandados por Ramón Rodríguez; a la izquierda de éste, cuatro pequeños cañones dirigidos por el teniente Serezo; casi en el centro, 100 milicianos mandados por Gainza; en el centro mismo, 200 milicianos comandados por Virto; 200 milicianos de San Nicolás mandados por Barreda y dos pequeños cañones de Anzoátegui y de Maurice. A 100 pasos, apostados entre un monte, 600 infantes y dos escuadrones de caballería al mando de Julián del Río y del teniente Quiroga (hijo de Facundo); todos bajo las órdenes de Cortina; a retaguardia, los jueces de paz de San Pedro, Baradero y San Antonio con 300 vecinos, con la escolta del general Mansilla, integrada por 70 hombres a cargo de Cañete. Y la participación del bergantín “Republicano” con pequeños cañones, capitaneada por Craig.
Es decir, una fuerza heterogénea y débil que debió enfrentar a la poderosa flota imperialista. La batalla. A las 8.30 del 20 de noviembre de 1845, echa a andar la escuadra enemiga, Mansilla expide su proclama. A las 9 de la mañana, la vanguardia anglo-francesa rompe el fuego... la banda del batallón Patricios ejecuta el Himno Nacional Argentino. El general Mansilla, de pie sobre el merlón de la primera batería, invita a gritar ¡Viva la Patria! En las primeras horas, los cañones franceses hacen estragos en las primeras baterías argentinas. Sin embargo las de tierra logran poner fuera de combate a varias naves. A la 1 de la tarde, Craig dispara su último cartucho y desciende a seguir combatiendo en tierra. Finalmente, los anglofranceses rompen las cadenas. A las 3 de la tarde apenas quedan municiones. En la destrozada “Manuelita”, Thorne está rodeado de cadáveres, a las 5 de la tarde hace su último disparo cuando una granada enemiga lo voltea... “No ha sido nada” dice, pero ha quedado con un brazo roto y un golpe que le provocará la sordera.
A las 18, desembarcan los primeros botes con más de 300 hombres. Los defensores los esperan, aunque sólo pueden emplear armas blancas. Mansilla al frente de los Patricios, las milicias de San Nicolás y el batallón Norte cargan a la bayoneta y consigue arrollar a los ingleses y correrlos hasta los botes. Mansilla es herido en el estómago. El coronel Crespo lo sustituye y consigue mantenerse. El coronel Ramón Rodríguez con el batallón de Patricios realiza proezas, pero continúa el desembarco, son las 8 de la noche... Obligado ha caído.- Las bajas argentinas resultaron cuantiosas dado el heroísmo puesto de manifiesto: 250 muertos y 400 heridos sobre 2.160 combatientes. Los aliados perdieron 150 hombres y quedaron con serias averías varios buques. A pesar de la masacre perpetrada y de haber forzado el paso, los invasores cosecharon un grave revés en Obligado.
Llegaron con su escuadra hasta Paraguay, pero no lograron el objetivo de abrir al libre comercio la zona. Tuvieron graves problemas para evacuar el Paraná, porque fueron hostigados desde las costas. Rosas se prestigió por esa acción, incluyendo el reconocimiento del Libertador San Martín, que en su testamento le legó su sable corvo.
© La Voz del Interior
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